lunes, 18 de marzo de 2013





No todos los rasgos femeninos y masculinos son adaptaciones evolutivas

[Img #12548]Los hombres y las mujeres difieren en muchos rasgos (además de los obvios) y algunos psicólogos evolutivos han propuesto una hipótesis para explicar por qué. Por ejemplo, algunos defienden que, dado que los varones presentan, con respecto a las féminas, una ligera superioridad para la navegación espacial (un fenómeno demostrado repetidamente en el Ser Humano y en otras especies), esa superioridad probablemente es "adaptativa", lo que significa que en el transcurso de la historia evolutiva este rasgo les dio una ventaja que los llevó a tener más descendencia que sus congéneres del mismo sexo sin esa mayor capacidad de orientarse en un entorno y moverse por él.

Los resultados de un nuevo análisis no apoyan de ningún modo esta hipótesis de que se trata de un rasgo masculino forjado por adaptación evolutiva. Los investigadores, dirigidos por el psicólogo Justin Rhodes, profesor en la Universidad de Illinois, Estados Unidos, revisaron 35 estudios que incluían datos sobre las habilidades espaciales de 11 especies de animales, incluyendo al Ser Humano, y sobre el área territorial ocupada por cada especie. Rhodes y sus colegas comprobaron que en 8 de 11 especies, los machos demostraron habilidades espaciales ligeramente superiores a sus congéneres femeninas, con independencia del tamaño de sus territorios y de la diferencia entre macho y hembra en cuanto a la distancia máxima a la que se alejaban de su zona de origen.

Los resultados apoyan una hipótesis a menudo pasada por alto: la superioridad que, en promedio, tienen los machos sobre las hembras en la capacidad de navegación espacial puede ser simplemente un "efecto secundario" de la testosterona. (En estudios anteriores se demostró que las mujeres que toman testosterona tienden a experimentar una mejora en sus habilidades de navegación espacial).


El nuevo análisis de datos agrega una dimensión adicional al debate sobre la trascendencia evolutiva de algunos rasgos humanos desconcertantes. Rhodes y sus colegas se muestran muy críticos con respecto a las hipótesis surgidas de la costumbre de atribuir a una adaptación evolutiva cada rasgo exclusivo del género masculino o del femenino, y citan, como ejemplos de tales hipótesis, la defendida por algunos psicólogos evolutivos que describen la violación como una estrategia alternativa de apareamiento para varones que de no ser por esta táctica no tendrían éxito reproductivo alguno. Otra hipótesis forjada a partir de la misma clase de argumentos, es la de que la menopausia evolucionó en las mujeres para reforzar la supervivencia de sus genes, al aumentar el tiempo empleado por ellas en la crianza de sus nietos. Otra hipótesis del mismo estilo asume que el orgasmo femenino surgió en el transcurso de la evolución porque proporcionó una ventaja evolutiva.

Algunas de estas hipótesis parecen tener una cierta lógica a primera vista, pero el caso es que por regla general son indemostrables ya que para empezar no se las puede poner a prueba de la manera debida.

Rhodes argumenta que bastantes investigadores tienden a pasar por alto el hecho de muchos rasgos, tanto anatómicos como conductuales, aparecen como consecuencia de algunos eventos genéticos aleatorios, o son simplemente efectos secundarios de otros cambios que sí ofrecen ventajas evolutivas.

Rhodes señala que los científicos que defienden que la diferencia entre las habilidades espaciales masculinas y las femeninas es adaptativa deben explicar primeramente por qué las mujeres no heredan estas habilidades espaciales superiores de sus papás. Rhodes argumenta que, además, la única forma lógica de que se perpetúe una diferencia entre sexos en un rasgo adaptativo es que ese rasgo sea bueno para un sexo y malo para el otro. "¿Pero por qué una mejor capacidad de navegación espacial puede ser mala para las mujeres?", plantea Rhodes. "Eso no tiene sentido".